metí en la tierra
a todos los ídolos de mi infancia
a Bowie a Shannon Hoon a Lemmy a Spinetta
somos la generación que verá morir a sus héroes
y así lo aceptamos.
gigantes que desaparecen
sin hacer ni un ruido
mientras el mundo sigue
repartiéndose entre los semáforos
y los vendedores de seguros
la lentitud pasmosa de los taxis
y los agentes de tránsito.
y los agentes de tránsito.
pienso en Alejandro Sokol muriendo solo
en una terminal de micros de larga distancia
en córdoba, solo de toda soledad
sin ninguna mano amiga
el propiciador de varias
de mis alegrías adolescentes.
y pienso también en el Enzo, empresario ahora
y es que la guita, no el tiempo, la guita
lo destruye todo. pienso en la chilena
contra polonia frente a todas sus vacaciones
en miami; invocaría a dios si conociera a alguno.
todo está tan buy online, tan do it yourself
que revuelve las tripas. la realidad absoluta
en tres colores para que elijas cuál va mejor
con tu pelo.
pero también hay ángeles: Luisito y su risa
pesada de remedios, dos mil cinco, cuando
mi psiquismo era un vaso estallando contra
la pared, ciego de bronca.
Josefina, año dos mil diecinueve, diciendo
yo saldría con un chico como vos si no fuera
tan torta cuando necesité una palmada en el
alma.
vi los cuerpos más hermosos
torturados por el modelo médico
bajo el hallopidol y la risperidona
criando panza en la lengua, baba
en el espíritu. vi puertas que sólo
se abren de un lado y cubiertos de
plástico y zapatos sin cordones.
con paciencia vi desaparecer
en la nada a todos los ángeles
a mis ídolos, a los custodios
de mi estado de ánimo.
pero sigo acá
seguimos acá
dando la pelea
no nos vamos a dormir
ni lo piensen.