lunes, 3 de diciembre de 2018

el eructo interminable

es corta:
no hay nada
gratis.

sólo resta
llorar padentro
como manera de
pedir disculpas,
pero no sirve
de nada. nunca.

no existe
puerta, ni
manera de
salir.

la suma larga
de todas tus
certezas, lo
puro y bueno,
la panza llena
de dulces en
el patio de
la infancia.

es nada
nada
nada.

las pastillas,
la abstinencia,
todo ese rollo
de presumir.

la industria
de la eternidad,
el yoga,
la soberanía
alimentaria,
el pólen, el mijo
y también
las giras
de merca:

todo está
hecho de
espanto.

terror
es risa
más tiempo,

no hay
gambeta,

no hay
zafarla,

nadie va
a venir.

lo que mata,
o fortalece,
las maneras
ingeniosas
de mentir,
o de decir
casi la
verdad.

no va
a salvarte
la mente,
por roja
que tengas
la idea
de sangre.

miedo
miedo
miedo,

la cuenta
no olvida
nada, ni
es resguardo
el silencio.

pensá:
esos tristes
cortándose
los muslitos
para anclar
al cuerpo
el recorrido
angustioso.

pensá
de vuelta
y de golpe,
llenate de
aire la panza.

poner
el pecho
o el culo
también es
un cuento,
otra manera
de cerrar
fuerte los
ojos.

es todo
una puta
trampa,

de éste
y del otro
lado de
la reja.

los muchachos
de dios,
los que están
de vuelta, tu
diler y hasta
mis abuelos
muertos.

¿ves que
dos luces
en la panza
hacen de
cualquiera
un sólo gil?

goteando
tupido el
piso sucio
de la guardia
nos volvemos
todos igualitos.

los recreos
de porro, o
estar careta
como anteojito
laburando
a sobreturno.

mirá
otra vez
bien de cerca,
¡mirá cagón!

los párpados
no sirven,
esta película
no va a preguntar
por vos cuando
sea hora
de mostrar.

la martingala
de coger
siempre
sin mirar
para irla
de sueltito:

aca no hay
estribillo
pa que
corées
en grupo.

rajarse
montado
en cartoncitos
chupados de
antemano
tampoco.

y me la soba
de costado
toda forma
de recuerdo,

ese consuelo
de morir pa
los demás a
sala llena.

no existe
premio
en nacer
a lo oscuro,
redondito
de silencio.

todos
regalados,

liebres
frente al
ojo blanco
del buscahuellas.

no nos queda
forma noble
de esconder
entre la
pilcha
el cuchillo
del lenguaje.

es hora
de irse.

dejarse
para siempre
de escorchar
con los atajos.

pa poco
sirve amor
que no
es incendio,

o por lo menos
chance franca
de embutirle
en plena tripa
sal y fiebre
a las palabras.