viernes, 30 de noviembre de 2018

nadie quiere hablar de amor

veinticuatro
latas vacías
de cerveza
soplan las brasas
del desastre desde
arriba de la mesa.

afuera está
lleno de servicios
yanquis y milicos.

la calle sabe
a pabellón
psiquiátrico,
a chute
de enfermero
con cara de
doberman.

me miro el barro
en las zapatillas
y pienso en Escriña:

a veces,
la calma se parece
al campo abierto
regado de espinillos,
a los mates con el
Ñato, o al vino con
hielo de todas las
comidas.

acá en almagro
la cama cruje
bajo mi peso,
pero el ruido
llega raro,
medio mezclado
con tu nombre,

esa nueva
vestidura
del vacío.