pero me crece
el ruido detrás
de las palabras.
digo, sí,
pero a medida
que suelto
la lengua
me refusila
el planeta
en los dientes,
como si alguien
tañera una cuerda
ancha como un brazo
cabeza adentro
y todo lo demás
hiciera de caja.
cuando hay
tormenta,
de noche,
si abro apenas
la ventana,
le siento
el asma
al viento:
mentira
que dice
el nombre
de nadie.
en su lugar,
tampoco andaría
de acá para allá
con mandados.
pasa
que camino
en dos patas,
me enseñaron
a hablar y encima
yo aprendí.