miércoles, 15 de junio de 2016

lo que te molesta no es la valija, es que los negros vayan al cine, pedazo de forro

no me importa
que ahora el retrato
sea el de quince chorros
con valijas hinchadas
de fierros, guita,
joyas y relojes.

no me importa
ningún retrato:
ni siquiera el
de la historia.

nací huérfano
de política,
producto del culto
al individualismo
de los ochenta,
con el tejido social
arrasado por la
maquinaria matagente
de la dictadura.

y ahora, tres velines
me importa la tilingada
que me mira cruzado
cuando salgo a la calle
con evita en la remera.

todos esos cínicos
que la van
de estar de vuelta,
que esto ya lo vieron
con la coordinadora
o vaya uno a saber
cuándo, les digo:
no me pueden refutar
la experiencia
emocional.

el hecho de
meter lo afectivo
al punto de salir
a la calle y poner
el cuerpo,

dar el presente
a los gritos,
como en la cancha,
carajo, que quilombo
se va a armar.

o sino caminar
a la plaza
en un silencio
lleno de significado
hasta las lágrimas,
como cuando al flaco
le tocó la mudanza
al otro barrio.

ir ahí
como quien va
a una cena
con la familia, entre
los tuyos, reconociendo
tu misma emoción en
las caras circundantes.

críticas tengo
también, ojo,
pero tampoco
es cuestión
de ir por ahí
haciendo vivos
de los giles.

porque ahora
te la van a venir
a contar cambiada:
que estás comiéndote
un sapo, que te
engrupieron.

pero no es que
nosotros estemos
del todo equivocados:

es que del otro lado
tienen el pecho
más fresquito
que el tano gracián
en remera una mañana
de julio,

un pájaro negro
y carroñero
en el lugar
del corazón.