a los que tienen
la cabeza llena
de citas textuales.
los del cuento
del artista torturado,
su desorden de vasos
y papeles siempre cortos.
a los que vienen
a presumir
la suela
o la terraza
gastadas, pero
no patearon
nunca una calle
de ripio:
un saludito
de la vida
real.