hace unos días
fuimos a ver
a valle de muñecas
a la trastienda.
el día venía
medio mal parido,
más que nada
porque yo
no podía dejar
de ser yo mismo
y arruinar todo
a mi alrededor,
así que lou
estaba un poco
triste.
la empezamos
con david
en un bar ahí
en san telmo,
ella vino un
par de jarras
de cerveza
después.
también apareció
judi, la novia
de david. comimos
pizza y arrancamos
para el recital.
en la puerta
nos encontramos
con lucho, dueño
de la siamesa
más hermosa que yo
haya visto y de las
plantas más venenosas
que probé jamás, así
que una vez adentro
la noche se puso
sumamente psicoactiva.
la banda, como era
de esperarse, sonó
como un relojito.
tanto
que cuando salimos
del lugar, me tomó
más o menos media
cuadra acomodarme
a la realidad:
el cuerpo todavía
necesitaba música.
en el colectivo
de vuelta, hice
la mejor siesta
de los últimos
tiempos, tanto
que no sólo
recuperé sueño
sino que descansé
de mi nombre
y de todas las
palabras alguna
vez dichas.
eso es porque
el después
de las flores
de lucho está
hecho del mismo
material con que
se tejen los sueños
agradables.