lunes, 22 de febrero de 2016

recorrido

durante mucho tiempo
no concebí la intervención
del pensamiento
en esa extraña ligadura
medio mística
que llamamos amor.

opinaba algo así
como se ama donde
no se puede elegir,

donde algo toma
el cuerpo y lo reduce
a la condición
de huésped.

hoy entendí que,
en realidad, el asunto
funciona de manera
totalmente inversa:

aún ante las innumerables
posibilidades de existencias
superpuestas, se transita
sólo una de ellas, renunciando
en plena conciencia a todas
las demás.

creo que el amor
va un poco de eso:
poner las manos
en el fuego,
armar la casa,
inventar palabras
nuevas para hablar
desde nosotros.