con una costilla rota
de la última borrachera
le opongo el peso del cuerpo
a la tracción de la tristeza:
no pasaran, digo
después de entrar en casa
echar llave y poner un disco
de Tom Waits.
porque si toca caer
será a las patadas
vendiendo la derrota
a un precio que no pueda
pagarse.
pagarse.
acá
no se rinde nadie.