me despertó un sueño. no recuerdo ahora. saludé en la oscuridad al árbol caído del jardín y enrollé un cigarrillo. cinco de la mañana: tarde para un trapax, temprano para amanecer del todo. vamos de a poco, me dije. es momentáneo, me tranquilicé. pero también pensé en el exilio: pensé fronteras nuevas cortando para siempre el suelo en todo el largo y en el ancho del tiempo. ninguna línea nace frontera.
uno de mis gatos insiste en trepar al escritorio. un poco lo dejo, otro poco me pregunto si los muertos también pensarán que enseguida vuelven.