el cielo
explota de sol
y yo no sé qué
hacer con la
tristeza:
anoche
volví a soñar
con vos, esta
vez te veía
en la quinta,
una familia
de tigres
nos invadía
la casa, vos
estabas en
la habitación,
donde había
uno grande.
del otro
lado de la
ventana yo
escuchaba
tus gritos,
te veía pelear
con el animal
bajo las sábanas.
al final encontraba
la manera de entrar,
ahora recuerdo
que le gritaba
"dejameló" a los
que entraban
conmigo, recuerdo
que pateaba muebles
loco de bronca,
o de impotencia.
no veía sangre
ni nada, pero
por alguna
razón sabía
lo del todo
jodido de la
situación.
entonces
me trenzaba
con el animal
a mano limpia,
lo agarraba
de las mandíbulas
y mientras sus
dientes se hundían
en mis manos
yo hacía fuerza,
mucha fuerza,
tratando de
romper ese hueso
mordedor, acaso
abortando el
peligro para
ser ahí felices
para siempre,
o por lo menos
por un rato.
"decime que
está sana",
le decía
a mi viejo
refiriéndome
a vos, pero
nadie contestaba.
justo
entonces
desperté
sobresaltado,
cubierto
de transpiración
en un cuarto
que no pude
reconocer del
todo, pero
desperté
y ahí mismito
estaban el tiempo,
y el duelo, el sol
entre las hendijas
de la persiana, mi
nombre y el olor
del miedo.
nunca
tu cuerpo,
ni esa primavera
que sabías traer
a cuestas al
salir de bañarte.
nunca una tregua.
ahora
miro a los gatos
ahí en el balcón
y pienso. no sé
muy bien en qué,
creo que en vos,
en todo lo que
hice mal y en
lo que hice bien.
pienso en nosotros
como quien siente
picazón en una
pierna amputada,
pienso que tengo
que aprender
a caminar otra
vez, porque
mis pies, porque
el camino; todo
se fue con vos
ahí cerca,
pero inmensamente
lejos, al olvido,
ese barrio del
que ya no
se vuelve.