pensaba
que nunca hice
una foto
de tus manos
y que de a poco
el olvido
va mordiéndoles
los bordes.
que la evocación
es siempre
una cosa
inexacta,
pensaba,
mientras
me iba acostumbrando
a los sujetos tácitos,
a hablarle al aire.
está,
después vendría
la paranoia
a arruinarlo
todo, pero
¿a que se podía
nomás estar
en el cuerpo
a la siesta,
con el ruido
de tus cuentos?