jueves, 22 de junio de 2017

padri

con el negro no
hijos de mil putas
fue lo primero
que pensé
cuando supe
lo de la clínica.

inmediatamente
después recordé
todas las veces
que me pateaba
a colocar, una
a cada palo,
mi buzo de arquero
y yo casi flotando
por las tardes
de la reja.

uno de esos
nueves petisos,
imposibles de marcar
en el área. ese
es el negro.

así lo tengo:
cruzándome la cabeza
a frente levantada,
metiendo una diagonal
rapidísima que termina
en pase a la red.

eso, o echando
la falta revirada,
de atrás, en un
grito que es
mezcla de vino
tinto y risa
verdadera.

negro querido
haceme un favor
grande: si llegás
a ver esa luz blanca
de la que todos
hablan, meté
un amague
a lo garrincha
y agarrá para
este lado.

te quiere,
el guardameta.