jueves, 3 de noviembre de 2016

calambre pequeñito

vos no sabés
ponerte límites.

tengo
esa frase
en la voz
de mi mamá
tatuada
en alguna
habitación
de la memoria.

ella hablaba
de falopa, pero
yo ya sabía
mentir desde
antes.

y la inundación.

hundirse
paso a paso
en las cosas
que una vez
fueron casa.

los sueños
pueden ser
hermosos,
pero igual
la realidad
siempre
sucede.

y te apretás
los ojos
con el talón
de las manos
para acertarle
de una vez
a la puerta
del mundo

y subís el volumen
de los auriculares
que te empujan
calle adentro
regalado, pobrecito,
confundiendo
un pie
con otro.

de todas
las excusas
para llegar tarde
a mí mismo,
mi preferida
es la palabra.