¿o sea
que vos lo querés
a maradona
más que a mí?
le soltó la pendeja
en plena pelea
al tipo.
dos minutos después
lo echaba de su casa
como se echa a los pobres
cuando entran a pedir
a los negocios.
a priori
la pregunta
es demás
pelotuda,
está, pero
¿que otra cosa
se puede contestar?
con la espalda
contra la pared,
si estás vivo,
aparecen
las respuestas
más primarias.
porque ahora
podemos opinar
todos
en la cena
o en el bar,
hincados ante
una mesita ratona
incluso.
preguntarnos
si uno se debe
a su personaje
o a sí mismo.
o peor:
podemos contarle
las costillas:
como jugador sí,
ahora como persona
etcétera.
como si maradona
tuviera que ser
un ejemplo de vida:
ese que aparece
en las publicidades
de los bancos.
pero entre
los consumidores
de ninguna otra cosa
que ejemplos formales
y la vida real hay
una distancia
innegable.
igual, si quieren
pueden cerrar
los ojos mientras
la siguen mamando.