manda represores
presos para la casa,
la gorda se nos raja
por los pulmones:
duerme los días
en una habitación
del sanatorio,
le suelta el cuerpo
enorme al cansancio
como quien se saca
la mugre.
hoy está
un poco mejor,
dijeron.
pero bien
es otra cosa.
yo me acuerdo
cuando caminaba
tablada haciendo
los mandados,
cuando salía
con la azada
de noche a matar
babosas para que
no le comieran
las plantas,
o cuando se clavaba
dos o tres vermú
antes de la cena.
cada vez
que compruebo
la fuerza
del tiempo
hacia el olvido,
me empaco
del todo,
trabo bien
los pies
en el suelo
y estiro
los brazos
a mano abierta
para el lado
contrario.