lo mejor que había
para hacer con el tiempo
era comerse una rolinga.
no soy yo solo,
pregúntenle a cualquiera
de más o menos mi edad
y van a ver.
no era nada más
el desparpajo,
ni el ruido
de los cubitos
contra el vaso
de fernet
siempre lleno,
no.
tampoco
se trataba
de que,
objetivamente,
tuvieran los
culos más
llamativos,
tanto que
se necesitarían
varios cuerpos
para llevar
sólo uno
y que nadie
sospeche nada.
era otra cosa
que no sé describir
con palabras.
algo similar
a lo que se siente
la primera vez
que escuchás
their satanic
majesties request,
cierto gusto
a travesura
psiquiátrica
y remedio
a la vez.
yo no me puedo
quejar de nada, pero
en general d'elía
tiene razón: falta amor.
fijate que podés hacer
como diez cuadras
y ver más o menos
cinco policías
pero ni unas topper
ni un flequillo.