sábado, 12 de marzo de 2016

yendo

es una casilla.
esas al costado
de la catorce,
que le ponen palos
abajo para que pase
el agua.

él la espera
después
de mil noches.
está borracho,
tiene agarrado
un corazón
de alpaca
con una foto
de los dos
adentro.

cada vez
que traga el vino,
aprieta el puño
que guarda
el corazón.

ella baila
enroscada al ruso
de la hilux, una polca,
o alguna de esas otras
músicas mal llamadas
de fiesta.

tiene toda
la ropa de guerra,
él avanza y ella se dobla
en el aire a su gesto,
como si fuera de nylon.

en la casilla,
se muerde el caño
de la escopeta
con el corazón todavía
en la mano.

el pulgar
de uno de los pies
pisa fuerte apretando
el gatillo. al tiempo,
un yupi le pega
una acelerada
a una cbr de las gordas
para despejar del trabajo
y los ruidos casi se confunden.

mientras tanto,
en una casa tan grande
que ni el eco de nombrarla
puede describirse,
ella echa el humo
de un tabaco
y se tapa la cara
con la sábana
para hacerse
la linda.