éste
es el peor
momento,
porque ella
se da cuenta
de que está
perdiendo
la memoria,
dijo mi viejo
mientras pegaba
una acelerada
para cortar
semáforos.
mi vieja
largó algo
del tipo de
es la vida,
con cansancio,
en un suspiro.
lou y yo
no dijimos
absolutamente
nada.
acabábamos de salir
de lo de la abuela.
yo traté de hacerla
reír. lo logré
bastantes veces,
incluso.
le conté de escriña:
de lo bien que andan
todos por allá.
también hice
algunos cuentos
de campo
que ya escuchó
por lo menos
quinientas veces,
pero que igual
funcionan.
la cosa
se puso medio
jodida cuando
ella dijo
que no quería
darle más trabajo
a sus hijos,
pero por lo demás,
comimos pizza
alrededor de la cama,
yo fume unos puchos
encerrado en el
lavadero
y a lo último
hubo café
con chocolates.
como cada vez
que me voy
de su casa,
le di un beso
en el cachete,
me le pegué
a la oreja
y le dije
te adoro gorda,
después nos vemos.
mientras bajaba
la escalera
para el lado
de la calle
me llegó
el pensamiento,
como un trompazo:
aunque existan
o las pretensiones
o cierta forma
de medicina,
el tiempo
no tiene cura.