la premisa
de que cada uno
no sólo puede,
sino que debe
hacer lo que
le venga en gana
todo el tiempo
sin que eso joda
al de al lado
me parece
totalmente
cierta.
entonces:
no se trata
de lo que hay
en el plato,
ni siquiera
de los modales
en la mesa,
o de cuántos
idiomas,
o conciertos,
o raquetazos.
pero quizás
haya que tener
en cuenta quiénes
ocupan los lugares
cercanos, qué se ve
por las ventanas.
ese tipo de cuestiones
que, mal miradas,
pueden pasar
por anecdóticas.
entre los míos,
partimos
un pan francés
en los pedazos
que haga falta.
contamos
hasta las migas,
si es lo que hay
que hacer.
ahora,
a los que vienen
de superhéroe
del after,
con remilgos
de toxicómano,
pero al segundo
tubo de vino
están durmiendo
como bebés,
les lamento
mucho el hambre:
para ese lado
no se me escapa
ni una semilla
de limón ya seco.