lunes, 29 de febrero de 2016

librería

en la lectura
no te dejaban
fumar,
así que escapé
hacia arriba
con esa excusa.

en verdad,
solo quería
alejarme un poco
de esas palabras
importantes que todos
parecían decididos
a decir en aquella
oportunidad.

no digo sólo
de los textos
leídos. capaz el
problema ni sea
ese.

cuando terminé
con esfuerzo
las escaleras
vi que ya había
gente ahí:

un trosko de
manual, de esos
que están
constantemente
satelitando
la esquizofrenia
y otro loco
que de tan fumado,
encontraba
todo o muy gracioso,
o muy inteligente,
tenía esas dos nomás.

cuando pedí fuego,
enganché al trosko
a media frase, en
algo así como

el posteo de feibu
debería ser considerado
un género literario
en sí mismo.

después detalló
una lista de sus
obsesiones respecto
a las formas de puntuar,
enfatizar o metaforizar
vía red social.

finalmente me miró
y con una media
sonrisa extendió
el encendedor.

quizás debería
haber contestado
algo medio cómplice.

lo que hice
fue dejar una bocanada
de tabaco por saludo,
devolví el fuego
y fui a pararme
al sol, a la otra
punta de la terraza.

allí donde ni esa
ni ninguna otra
de las conversaciones
de abajo podían
molestarme
demasiado.