no te dejaban
fumar,
así que escapé
hacia arriba
con esa excusa.
en verdad,
solo quería
alejarme un poco
de esas palabras
importantes que todos
parecían decididos
a decir en aquella
oportunidad.
no digo sólo
de los textos
leídos. capaz el
problema ni sea
ese.
cuando terminé
con esfuerzo
las escaleras
vi que ya había
gente ahí:
un trosko de
manual, de esos
que están
constantemente
satelitando
la esquizofrenia
y otro loco
que de tan fumado,
encontraba
todo o muy gracioso,
o muy inteligente,
tenía esas dos nomás.
cuando pedí fuego,
enganché al trosko
a media frase, en
algo así como
el posteo de feibu
debería ser considerado
un género literario
en sí mismo.
después detalló
una lista de sus
obsesiones respecto
a las formas de puntuar,
enfatizar o metaforizar
vía red social.
finalmente me miró
y con una media
sonrisa extendió
el encendedor.
quizás debería
haber contestado
algo medio cómplice.
lo que hice
fue dejar una bocanada
de tabaco por saludo,
devolví el fuego
y fui a pararme
al sol, a la otra
punta de la terraza.
allí donde ni esa
ni ninguna otra
de las conversaciones
de abajo podían
molestarme
demasiado.