no importa mi cama fría como un suspiro del invierno, ni las pastillas que olvidé, ni vomitar la cena de madrugada intentando no hacer ruido. no importa que claree y que yo no haya pegado un ojo, no importan los pájaros, ni los roedores que caminan por los cables de luz. no importa recordarte, ni la trama de tu vestido que se me aparece al cerrar los ojos, ni los porros del balcón, ni el nudo que ahora me aprieta la garganta, no importan mis manos al tuntún, ni los mensajes que te escribo para borrar después. no importa lo que duele, la pena aquerenciada en el pecho, ni llorar repitiendo ya basta sobre la mañana del cuaderno, ni escribir siempre de lo mismo. no importa lo hueco del alma, las uñas crecidas, la barba desprolija. no importa la tristeza, no, no importa y si quiero me río, mirá, con toda la cara, me río como se ríen esos nenes que no saben de la muerte y si quiero dejo de escribir ahora.