mi negrito tiene depresión, decía mi abuela mientras me rascaba la cabeza.
la palabra depresión en boca de la gorda resultaba graciosa. uno no sabía si hablaba de la gripe, o de algo fuera de este mundo. lo que no faltaba ahí era cuerpo. la gorda se erguía como un gigante frente a la depresión. se plantaba la tipa, ERA la otra orilla, meta rascar cabeza y espalda. ¿viste cuando dicen quiero que me rasquen la cabeza y me digan que todo va a estar bien? bueno, la gorda te rascaba así. era una cosa esperanzadora.
un ocho de marzo aparecieron mis hermanas acá a decirme que se había muerto. ni las hice pasar al departamento, quedé roto ahí mismo, del todo. o capaz la vida volvía a recordarme una rotez que ya estaba ahí desde antes.
hoy cuando tomo mate uso su termo y de vez en vez que cebo, un poco me acuerdo. con alegría, como si viniera a visitar. hay personas que son demasiado porfiadas para morirse del todo.