ya no
puedo
creer
en la
poesía:
se hace
y se sigue
a lo oscuro,
con las
palabras
a tientas
y el silencio
calcándoles
los pasos.
atravesar
el fuego,
a veces,
consiste
apenas en
pararse:
dos patas,
la raíz
en una
planicie
de sordos
y policías
donde
la mitad
se parece
un poco,
o capaz
demasiado
a lilita.