habrá que prenderse,
suelta el tipo
mirándonos ahí
al costado
de la cuerda
de tambores
y los que bailan.
después tuerce
la mirada un poco
hacia arriba:
creo que mira
la música.
y si,
habrá que prenderse,
vuelve a decir,
sube a su rastrojero
y nos dedica una guiñada
cómplice antes de arrancar
calle abajo, para el lado
del rio.