lunes, 6 de junio de 2016

la diferencia entre la quinta y el cantri

I.
creo que habrá sido,
como muchísimo, el
dos mil cinco.
de ahí pueden ser
un par para atrás,
algo así.

yo atajaba
para un equipo
colmado
de imbéciles
que no habían
salteado
una comida
en su vida.

representábamos
un club de campo
de pilar, de ahí
sobre la veintiocho,
al lado del monumento
a las malvinas.

nos dirigía
un tipo
medio célebre
del ambiente
del fútbol:
un viejo personaje,
putañero y amigo
del escabio
caro. le decían
el ratón, tenía
arriba de sesenta
y se pintaba
las canas
de amarillo
como mostaza
merlo.

cuestión
que el loco este
organizó, no se bien
con que intención
o para probar qué
cosa, un partido
contra la quinta
de river.  repito:
un equipo de liga
recreativa contra
la quinta de river.

el partido
se iba a jugar
en un club al lado
de defensores
de belgrano,
ahora no recuerdo
el nombre, pero sí
que era en la misma
cuadra que el boliche
kilómetro 20.


II.
lo que más
vergüenza me da,
viéndolo todo
en retrospectiva
no es el resultado
final, abultadísimo
y esperable, no.

lo que me hace
hacer un pozo
a mano limpia
en las baldosas
para meter dentro
todo el cuerpo
y pasar así
hasta la próxima
era glacial
es la esperanza
que sobrevolaba
el micro
que nos llevaba
hasta belgrano.

un empate
les sacamos
seguro.

ahora pienso
que en alguna
cabecita
trasnochada
seguramente
hubo algo
de una contra,
un gol sobre
la hora: el festejo,
el regreso
entre botellas
y cantitos.

la pelotudez
así, regada
de privilegios
de clase,

no conoce
límite alguno.


III.
al nueve
le decían pipa.

cuando pasó
el tiempo y le puse
un apellido al apodo
entendí todo.

ellos jugaban
a dos toques.

digo:
si alguno
la tocaba más
de dos veces,
se cobraba
tiro libre
para nosotros.

con todo, quince
del primer tiempo:
seis o siete abajo,
ni cruzamos la mitad
de cancha.

me hicieron
goles de todos los
colores posibles.

pero algo
en común tenían
todos o casi todos:

ni te podías tirar,
nada de cara interna.
fuerte y a un palo.
cuando la veías,
ya había inflado
la red.


IV.
mirá mirá mirá
sacale una foto.

no creo
que nadie
recuerde
el resultado
final.

el olvido
me hizo el favor
de llevarse el viaje
de vuelta, todo ese
silencio.

igual,
está bien así.

si la vida
te tiene que poner
en tu lugar, siempre
es mejor si lo hace
con una camiseta
de river.