antes,
bajo mi cama
había botellas
vacías y colillas.
no es una manera
de decir.
ahora,
mientras escribo,
hay dos gatos:
uno de ellos
tiene medio
cuerpo fuera,
arremete solamente
cuando tiene
absoluta seguridad
de un golpe limpio
y una retirada segura.
se podría decir
que están peleando,
o que están dedicados
con mucha seriedad
a un juego,
da lo mismo.
no digo
que haya nada
positivo
en cambiar
botellas
por gatos,
pero en vez
del hígado,
me crecen pelos
en la ropa
y mucha alegría
parecida
a la de un maníaco
cuando oscurece.