el hipo en el frío,
escondiendo al diablo
con buenos modales.
mira a los costados
en las esquinas,
por la curiosidad
que mató al gato más
que por los coches.
hunde el cuello
en el abrigo,
pero es todo miel
en las piernas
al cruzar la calle
con su bolsa
del mandado llena
de envases.
ojo:
si te hace creer
que escucha, está
esperando para
retrucar encima.
y cuando creés
que baila, lo
que se mueve,
en realidad,
es la habitación.